El gallego
Fernández entró en el negocio y pidió:
- deme dos
kilos de chorizo colorado.
El
empleado, detrás del mostrador, esbozó una pequeña sonrisa y se quedó
mirándolo.
El gallego
comenzó a gritar:
- ¿que me
mira, eh? Coño!
Yo los
conozco a los tíos como usted. Son racistas, si señor! Usted me mira y piensa:
"este pide chorizo colorado... Por lo tanto es un gallego de m..."
- no
señor, yo...
- si
hubiese entrado alguien a pedirle salchichas hubiese dicho: "este es un
alemán y seguramente es un hijo de p…, nazi y asesino".
- en
realidad...
- no me
interrumpa! Ustedes los racistas son todos iguales! Prepotentes, irrespetuosos.
Seguro que si hubiese entrado alguien a pedirle pastrón, usted hubiese pensado:
"que judío amarrete!",
Y si
hubiese entrado un tipo a pedirle salame hubiese dicho "este es un tano;
seguro que es sucio y grasiento!"
- no,
señor, yo...
- usted se
calla, coño! Usted es un intolerante porque si entraba aquí un cliente a
pedirle queso camambert hubiese pensado: "ahh, un francés! Seguro que es
sucio y maricón!".
Y si
llegaba alguien a pedirle frijoles usted hubiese pensado: "este es un
mejicano. Sin dudas es analfabeto y se tira pedos."
- señor...
No... No...
- y si
hubiese entrado alguien a pedirle un...
- no,
señor! Yo no pienso nada de eso. Esta equivocado!
- ¿y por
qué estoy equivocado, carajo?
- porque
esto es una joyería, señor...